El proyecto “Casa de Maguey” creado por los egresados de la UAQ consiste en una intervención paisajística de la Sierra Gorda en Peñamiller

Con el proyecto arquitectónico “Casa de Maguey”, Fernanda Denisse Duarte Arriaga, Eber Granados Ávalos y Hugo Humberto Arteaga Espíndola, egresados de la Licenciatura en Arquitectura de la Facultad de Ingeniería (FI) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), pusieron en alto -a nivel nacional e internacional- el nombre de esta Casa de Estudios, al situarse entre los catorce equipos finalistas del 3º Concurso “Premio Félix Candela”, que organiza el Instituto De España de Arquitectura.

Este certamen está dirigido a estudiantes y jóvenes arquitectos mexicanos y extranjeros y ya se galardonó a los primeros lugares de la edición 2020; la activa consistió en plantear una “Casa del Agave” en algún paisaje del territorio mexicano y vinculado al sistema de explotación específico de los productos que se extraen de él (tequila, mezcal, pulque, ixtle).

“Casa del Maguey” consiste en una intervención paisajística de la Sierra Gorda en Peñamiller, Querétaro. Los autores, quienes en 2018 consiguieron el primer sitio del Concurso Nacional Infonavit, trazaron un diámetro de 500 metros en un punto “virgen”, en el que hicieron una distribución radial de agaves con varios círculos concéntricos, a los que delimitaron con sendas circulares para representar los halos del Sol, en referencia al crecimiento radial del agave hacia el Sol.

Granados Ávalos explicó que en el centro destinaron un “espacio silvestre” para respetar el crecimiento natural del agave, ya que el fin es que los visitantes puedan conocerlo en su estado más puro y, al tiempo, fuese un recordatorio de cómo debió ser el primer acercamiento del hombre con el agave. El sembradío radial de agaves se complementa con 2 pabellones de ixtle y pulque construidos con piedra del mismo sitio, resaltó.

“Esta fue nuestra primera vez en el ‘Félix Candela’ y nos llevó un mes detallar el concepto, aunque igual tuvimos algunas contrariedades para reunirnos por tiempos y cuestiones de la pandemia”, comentaron Humberto Arteaga y Denisse Duarte.

En el certamen compitieron un total de 600 equipos de arquitectos de América Latina, España, Francia y Estados Unidos, compuestos por estudiantes, profesionistas, escuelas y despachos con larga trayectoria. Se escogieron los cincuenta mejores proyectos en un primer filtro para conformar el Catálogo del Premio Félix Vela y una exposición itinerante, sujeta a las indicaciones sanitarias.

En la siguiente fase se seleccionaron los catorce proyectos más destacados, de los que el equipo de Denisse Duarte, Eber Granados y Humberto Arteaga fue uno de los 3 equipos queretanos contendientes de instituciones educativas.

“Participar en el Félix Vela fue un reto que nos estimuló a hacer más cosas; vimos la calidad del resto y nos hizo querer medrar porque procuramos estar a ese nivel si queríamos pasar de fase en el concurso, si bien teníamos ilusión de conseguir un sitio, igual nos inspiró para aprender más, reforzar nuestras debilidades y estar en ese nivel” expresó Denisse Duarte.

Por venir a este nivel de la competencia formaron una parte de una serie de talleres semipresenciales impartidos en la Ciudad de México, como una parte del Festival de Arquitectura en De España, en donde tuvieron la oportunidad de exponer su trabajo y percibir una retroalimentación por la parte del jurado calificador para efectuar una mejor presentación final del proyecto.

“La experiencia ha sido una buena prueba para saber que tenemos el nivel para competir con grandes arquitectos tanto del país como internacionales. A los compañeros quiero decirles que se animen a participar en cualquier concurso, lejos de ganar un sitio la reflexión que te hiciste antes, a lo largo de y después es lo más valioso que te puede dejar; además de la experiencia que vas acumulando para lograr mejores resultados”, apostilló Humberto Arteaga.

En este sentido, Eber Granados señaló que “el concurso es para uno mismo, por el hecho de que es un compromiso de desarrollar algo más en ti, absolutamente nadie te lo impone pues la participación es voluntaria. Lo padre de los concursos es que aprendes y exploras tus límites al ponerlos a prueba”.